El mundo se enfrenta en los próximos años a una revolución
energética. Cinco energías del futuro podrían acabar con las guerras por los recursos
y con la contaminación.
Uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad
es cómo resolver el problema de la energía. Actualmente la producción de
electricidad es cara, ineficiente y por lo general, produce deshechos
perjudiciales para el medio ambiente y las personas. Pese a los grandes avances
tecnológicos en los últimos años, millones de personas no tienen acceso a la
electricidad. Además, la obtención y el control de los recursos energéticos es
la causa principal de guerras y conflictos armados en muchos países del mundo.
La única solución sería obtener una fuente de energía barata, ilimitada y no
contaminante a la que todo el mundo tuviera acceso. La pregunta por tanto es:
¿existe alguna alternativa?
Estas son las cinco energías del futuro que están llamadas a
cambiar el mundo:
-Hidrógeno
El hidrógeno es el elemento químico más ligero y puede
comportarse como un gas o un líquido dependiendo de las condiciones
ambientales. Actualmente existen motores bastante desarrollados y eficientes
que utilizan hidrógeno para funcionar. Los hay de dos tipos: de combustión y de
pila de combustible. En el primer tipo se quema el hidrógeno de la misma manera
que se quema la gasolina en un motor tradicional. En el segundo tipo, el
hidrógeno se usa para producir electricidad y de esta manera mover el motor del
coche. Este tipo de motor se considera de 'cero emisiones' ya que el único
subproducto derivado de su uso es agua.
Pero hay un problema para usar este tipo de combustible, y
es la obtención del mismo. Aunque el hidrógeno es el elemento químico más
abundante del Universo, en la Tierra es bastante escaso, con lo que hay que
producirlo. A día de hoy el proceso de obtención sigue siendo bastante caro (ya
sea mediante procesos químicos o mediante la electrólisis del agua), pero la constante
investigación en este campo está abaratando los costes significativamente. Ya
hay algunos coches que funcionan con hidrógeno, pero su uso no está extendido.
No obstante, si el precio del petróleo sigue subiendo, es posible que en poco
tiempo el hidrógeno se convierta en el combustible de referencia en el mundo.
-Biocombustibles
Los combustibles generados de algunos vegetales son ya una
realidad. Funcionan en la mayoría de motores actuales (en el caso de los
biodiesel) y producen entre un 20% y un 40% menos de gases contaminantes. Para
producirlos se usan plantas como el maíz o el azúcar. Su nivel de desarrollo es
alto, y ya se comercializa como una alternativa viable, menos contaminante y
cuya producción es prácticamente ilimitada, al poder renovar las plantaciones y
ampliarlas en caso de que sea necesario.
En este caso el coste de producción de estos biocombustibles
no es excesivamente alto, pero presentan un gran inconveniente que lo hace
incluso más perjudicial que los combustibles fósiles tradicionales. La materia
prima es alimento, como el maíz, y la producción simultánea para consumo humano
y para combustible hace que el precio del primer tipo se vea afectado. Hay
muchos países (sobre todo estados del Tercer Mundo) que han tenido problemas de
abastecimiento a causa del aumento de los precios de estos cereales. Si la
producción de combustible afecta a la alimentación de millones de personas, no
es una alternativa viable.
Pero hay una manera de continuar el proceso sin perjudicar a
ninguno de los dos lados. Generar combustible de plantas no aptas para consumo
humano, como por ejemplo, un tipo de algas con las que ya se está experimentando
en Japón. La facilidad para producirlas y el hecho de que no afecte al precio
de los alimentos, lo convierte en una alternativa muy sólida de cara al futuro.
-Placas solares de
alto rendimiento
Pese a que la energía solar es ya una realidad y está
relativamente consolidada, aún le queda mucho camino por recorrer. Las placas
fotovoltáicas, el método más extendido para obtener energía eléctrica a partir
del sol, tienen un rendimiento muy pobre, entre un 10% y un 15% de la radiación
solar es transformada en electricidad. Esta es la causa principal de que este
tipo de obtención de energía sea todavía muy cara.
No obstante, sigue siendo una alternativa de futuro.
Exceptuando el proceso de construcción de los paneles, la energía solar no
provoca gases ni subproductos contaminantes, con lo que es una buena opción
desde el punto de vista ecológico. Hay muchas investigaciones que están
centradas en cómo incrementar el rendimiento de los paneles. En países con una
mayoría de horas de sol (que incluye la mayor parte de los países
subdesarrollados), un sistema más eficiente de estaciones solares sería
suficiente para su propio abastecimiento, con el consiguiente beneficio
económico, social y medioambiental.
-Torio
Las actuales centrales nucleares suelen utilizar como
combustible el uranio o el plutonio. Estos dos elementos son altamente
radiactivos y su tratamiento es muy peligroso. Pero ha surgido una alternativa
que podría suponer toda una revolución, el Torio. Este material tiene un
potencial energético 40 veces mayor que el uranio y su peligrosidad es mucho
más baja. Además, al contrario de lo que ocurre con los combustibles nucleares
actuales, el Torio es muy abundante en la naturaleza y puede utilizarse en su
totalidad para esta tarea.
El Torio ya se está considerando para nuevas centrales
eléctricas, y el avance de las investigaciones con este material están muy
avanzadas. Quizá en algunos años se pueda empezar a hablar de una nueva
revolución energética.
-Fusión Nuclear
La energía de fisión nuclear (las centrales nucleares de
toda la vida) son un método bastante eficiente y efectivo para la producción de
energía eléctrica. No produce gases de efecto invernadero, se puede controlar
la cantidad de energía que se quiere generar y es relativamente barata. Por
contra tenemos los efectos de sobra conocidos, los desechos nucleares
radiactivos. Por eso las investigaciones más esperanzadoras apuestan por la
energía de fusión, un método que podría salvar al planeta de su destrucción a
causa de la contaminación.
El proceso es sencillo de explicar pero complicado de
implementar. Mediante dos átomos de masa similar (suele usarse tritio y
deuterio), se induce una fusión de sus núcleos, de manera que se genere un solo
átomo más pesado. El resultado es la generación de una gran cantidad de energía
partiendo de muy pocos recursos. Además no hay ningún deshecho peligroso para
el medio ambiente como sucede con la fisión nuclear o las centrales térmicas.
Este sería el método ideal para producir energía, ya que es
muy barato y apenas tiene desventajas. Por ello en 1986 nació el proyecto ITER,
una unión transnacional para construir un reactor de fusión experimental que
sirva de prototipo para los futuros generadores comerciales. La fusión nuclear
ya se ha podido realizar con éxito, pero hasta este momento la energía
necesaria para hacerlo funcionar, sigue siendo menor que la energía que se
extrae del proceso, con lo que sigue sin ser viable a corto plazo. Se estima
que en unos 20 o 30 años podrían empezar a funcionar los primeros reactores.
El futuro a corto plazo
Mientras esperamos a que la fusión nuclear nos provea de una
fuente de energía prácticamente ilimitada y muy barata, tendremos que
conformarnos con los procesos tradicionales. A corto plazo lo más sensato es
apostar por las renovables y mantener (sino aumentar) la investigación y el
desarrollo en las mismas. La energía es el gran reto de la humanidad del siglo
XXI, y de nuestro éxito en este campo dependerá, en gran parte, nuestra
supervivencia futura.